viernes, 23 de octubre de 2015

En un país emprendedor

Los viejos lemas son solo eso: viejos. Son tiempos que buscan otros eslóganes. Hoy se monta un esquema super-cool hilvanando cuatro expresiones raras para mostrar el inequívoco perfil dinámico en un ecosistema emprendedor, pensado para provocar enormes sinergias entre los actores determinantes que implementen un desarrollo sostenible. Bien meditado, para qué ponerle un lema, si puede darse una conferencia. 

Antes, cuando todo era más fácil, y más cierto, la receta estaba en un solo verbo: trabajar. Y después de trabajar, seguir trabajando. Claro que siempre ha habido grandes ideas y que son necesarios los visionarios porque han sido, para todo, quienes -con mucho más coraje que vergüenza- han proyectado lo que, al principio, solo ellos eran capaces de ver. Pero las mejores ideas no son nada si no tienen un esfuerzo callado detrás. Ahora, cuando todo es mucho más difícil, perdidos como andamos entre tanto término vistoso, y mucho más mentira, apiladas las ideas supuestamente brillantes sobre una montaña de papeles en blanco, el tipo que trabaja defendiendo un propósito, sin perder mucho el tiempo en discernir si emprende o aprende, es un estorbo para la legión rutilante de wachienterpraisin, o como se llamen en sus tarjetas de visita, que ya vienen sabidos del todo, y cuya misión es convencerse y, de paso, convencer de que son, en sí mismos, la solución para optimizar los recursos disponibles. El truco es que es un truco. Punto. 

Uno, que es trabajador autónomo, a mucha honra y con más necesidad que vocación, respeta profundamente que mucha gente se apunte ahora al carro del novedoso estilo del emprendimiento. Emprendedores ha habido siempre y, por fortuna, muy brillantes, pero estamos manoseando tanto el término que le restamos valor, me temo. Por supuesto, creo que es fundamental explicar desde la escuela el valor del emprendimiento, y especialmente en las universidades; es muy conveniente contribuir a establecer un cambio en nuestra forma de ver el mundo, excesivamente ligada a la permanencia en un mismo lugar y un mismo trabajo, que comprenda que la opción preferente es buscar por cuenta propia alternativas de éxito, en vez de esperar a que lleguen por otros. Pero, aun defendiendo esto con toda la fuerza, lo más importante será exigir, y exigirse, esfuerzo, trabajo. 

Creo, apoyo y apuesto por el emprendimiento y considero que su fomento debe ser un objetivo del país, pero hay mucho ruido que solo lo simula, porque, al lijar la puerta, se desprende rápido un mal barniz. Y eso no es emprendimiento. Eso es morro. Y no ayuda.

Ricardo Vera, abogado.

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